Época ASACO (Asociación de Artistas Contemporáneos)
En 1997 expuse en la galería de ASACO en Vilanova i la Geltrú, un pueblo marinero con tradición indiana de la provincia de Barcelona. Dos años habían pasado desde que conocí a Carlos Arnal, un pintor, escultor y sobre todo bohemio con inmensas ganas de vivir. Carlos había conseguido que el proyecto ASACO (Asociación de Artistas Contemporáneos) que perseguía reunir artistas con espíritu independiente, fuera una realidad. Fungía de presidente de la asociación con mente abierta. Todo el mundo era bienvenido, el único requisito que se pedía era que las obras que se realizaran fueran fruto de una búsqueda verdadera y honesta. Carlos Arnal, tenía olfato para eso.
Mi apuesta fue la vía de la experimentación con todos los materiales que estuvieran a mano: yeso, tintas, alambres, metal, hilos de coser, cemento, tela, cera, piedras, etc. Y en lo creativo me dejé llevar por la improvisación y el diálogo con las formas y materiales que iba incorporando a la tela en el proceso. Se convertía en una meditación estética en que el resultado final de la obra era siempre imprevisto y en que ésta, después de haber sido sometida a todas las intervenciones posibles, fruto del diálogo, de súbito no permitía un gesto más por mi parte y se distanciaba para reclamar su independencia. En ese momento, era consciente de que la obra ya estaba terminada. Confieso que el proceso de reconocimiento y valoración de la obra podía tardar meses. Hasta que no me sentía ajeno a ella, era incapaz de verla con objetividad.
Aquí les dejo alguna de estas obras. Espero disculpen la resolución de alguna de ellas porque las extraje de un DVD y tuve que fotografiarlas desde la pantalla LCD para poder reproducirlas en este sitio. Desde luego no reproducen en su totalidad la calidad de texturas y colores originales, pero fue la única manera de rescatarlas de aquella maravillosa época. Con ASACO pude exponer en muchos sitios y estoy agradecido a todos los artistas que tuve el honor de conocer y aprender de cada uno. Sobre todo agradecido a la locura genial de Carlos Arnal, que supo realizar su sueño y de paso nos permitió realizar el nuestro.