Buscando lo invisible

Las teorías cuánticas, la composición real de la materia que se constituye con protones, neutrones y electrones, la representación ilusoria del cerebro humano de la realidad percibida; la teoría de un universo multidimensional, el ser humano no es capaz de visualizar todo el espectro de luz que existe, desde los infrarrojos a los ultravioletas, estamos limitados en nuestra percepción como si fuéramos un mal radio, la teoría de las cuerdas afirma que, en última instancia, el universo no es más que vibraciones musicales… ello motivó que me planteara sobre si lo que nos parece que percibimos del mundo, se corresponda a la «realidad» y no es, solamente, una interpretación subjetiva que adecuamos a nuestras limitaciones y necesidades. Si es así, y damos por cierto que las creencias, los juicios, los valores son fruto de nuestra experiencia de interactuar con el entorno, y esta experiencia es sospechosa de ser objetiva según las teorías científicas actuales, ¿cómo podemos asegurar que estamos en lo cierto, que tenemos toda la razón?. Frases como: «Mi vecino vive en otro planeta», o «La razón del otro, es su locura», toman sentido. Plantearnos estos hechos es, como mínimo, un gran antídoto para las ideas fascistas y absolutistas que parecen planear en nuestros tiempos. Abrir la mente a la posibilidad de la existencia de distintas realidades, aunque sea la realidad diferente del prójimo, nos obliga a ser flexibles, a poner en cuestión «nuestra realidad» y a intentar construir puentes de entendimiento.

La estancia en el pueblo minero de Mineral de Pozos (Guanajuato) marcó una profunda impronta como se explica en la descripción del cuadro «Mira» despertando una inquietud creativa que sobrevive hasta el día de hoy. No todos los trabajos que aquí se presentan están influenciados por esa energía, pero lo que vibró en su día en Mineral de Pozos, se mantiene como linea troncal de mi obra actual.