Oneiro

«Oneiro» podría traducirse como «ensueño». Es una obra que está a medio camino entre las de la «serie Variaciones» y las de «Buscando lo invisible». Por una parte, sí que es cierto que hay elementos que remiten al universo de Diego de Velázquez, como el bufón el Primo y el perro mastín «Salomón» del cuadro de «Las meninas», así como, también la imagen de la parte inferior que está inspirada en una obra de Claude Monet. Pero la composición libre y original la sitúan en «Buscando lo invisible» porque persigue retratar un estado de ánimo determinado y no reproducir una obra del imaginario popular.

La irrupción del virus COVID-19 en nuestras vidas era muy reciente en aquellos momentos. Una enorme estupor invadió al Mundo ante tal noticia que se vio sumergido en tremendo miedo, expectante ante el devenir de los hechos. La orden de confinamiento de toda la población por parte de las autoridades, parecía pertenecer más a un guión de novela de ciencia ficción que situara el relato en un futuro «distópico» que al momento que todos vivíamos. Planeaba una sensación de irrealidad y de incredulidad ante el hecho de que tal pandemia estuviera amenazando al Mundo.

Es precisamente esa sensación de irrealidad y aislamiento lo que motivó la creación de esta obra. Enanos gigantes sentados cada uno en su propia luna, observando impotentes, a distancia astronómica, el hermoso mundo que ahora se les negaba. Rogando a los dioses que pasara como el cuento de Miguel Fernando Pacheco e ilustrado por Javier Serrano «Verdadera historia del perro Salomón», en que un criado del escritor Francisco de Quevedo, de nombre «Ginés Luciente», recurre al encantamiento de un hada para que, transformado en el mastín «Salomón» del cuadro de Velázquez, le transportara junto a su inalcanzable amada.

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Oneiró